miércoles, 27 de junio de 2012

EN LA EXPERIMENTACIÓN CIENTÍFICA PUEDE OCURRIR UN ERROR MUY GRAVE:
LA SIMULACIÓN SOBREEXCEDIDA:
La mayoría de los experimentos conllevan SIMULAR lo deseado (de hecho, experimentar es provocar tantas situaciones que, en verdad, muchas no son constantes reales, algunas no son ni posibles y varias no son ni siquiera propias de ese contexto experimentado, o sea, ese experimento se extralimita a él).
En efecto, se puede aislar una neurona  -no estando eso en realidad demostrada-, se puede obtener un tubo de ensayo "vacío" o se puede desarrollar una planta únicamente a agua, a luz artificial y a micronutrientes esenciales -sin tierra-.
Sí, eso sirve, sin duda; pero no es en suficiencia concluyente o no es ya válido para los demás contextos en donde no existe tal utilidad como producto de una intención.
Claro, toda simulación ayuda a que una intención conozca en ese modo: simplificando -hasta cierto límite- la complejidad de cualquier contexto. Sin embargo, si ahí - sin precaución- se sobreexceden o se precipitan las conclusiones,  inevitablemente eso conduce al desconocimiento, sí, a atribuir en incoherencia condiciones -simuladas- al contexto que no posee realmente tales condiciones, o que no son propias de él.
Es cierto, el simular te ayuda a conocer cosas que no las puedes -al momento- conocer de cerca o directamente; por ello, en y por una coherencia, no se pueden dar como concluyentes sus resultados o no se pueden trasladar -sin restricciones- a todo el conocimiento que se adquiere coherente.

1 comentario:

José Repiso Moyano dijo...

Conocer también es DISTINGUIR LOS CONOCIMIENTOS y no crearles, por ello, alguna relación forzada.